7/10/10

Confesion

No puedo controlar mis sentimientos. El amor se confunde una vez más con la necesidad. Tengo esta ansiedad por sentir tus labios estrellándose suavemente contra los míos, de sentir tus manos recorriendo mi cuerpo y mi alma… no sé cuánto tiempo más pueda estar así, reprimiendo lo que siento por vos, fingiendo que mi amor no es tan profundo. Dios sabe que yo me enamoré de vos desde el primer día en que te vi. No puedo olvidar ese día, y no puedo olvidar todos los días y todas las noches que pasamos juntos. No puedo olvidar tu sonrisa al hacerme el amor. No puedo dejar de preguntarme si de alguna manera sentís lo que yo siento, o llegarás a sentirlo alguna vez. Sé que todo esto puede parecerte ilógico y asustarte. Así te tengo, jugando a que no somos nada, a que no te amo, pero te amo y cada día que pasa y no puedo decírtelo y no puedo gritárselo al mundo entero me voy secando por dentro y comienzo a plantearme a mi misma si vale la pena, si tiene algún sentido todo lo que estoy sintiendo. Probablemente si tuviera la opción, no te permitiría entrar en mi corazón y vulnerarme. Elegiría ser una mujer libre, sin esta pasión que devora mis sentidos, mi existencia toda. Hablar de amor puede sonar estúpido para vos, pero entonces qué es este fuego que carcome mis entrañas y esta ilusión que intenta llenarse de vos, recrear tu fisonomía, tus gestos, tus olores, cuando no te tengo cerca. Explicame vos, que sabés tanto, qué es esta locura de tenerte al lado y que nada más me importe, que el tiempo se consuma vorazmente. Haceme entender por qué soy tan dichosa cuando estamos juntos y me siento ahogar cuando estás en otra parte. Dame una razón lógica por la cual, enloquecida, necesité imperiosamente pausar la película que estaba viendo, a pesar de que me tenia atrapada, para escribirte estas líneas, sin pensar en las tildes de las palabras, sin pensar en la ortografía, ni en los signos de puntuación, ni absolutamente en nada más, que no sea dar rienda suelta a todos estos pensamientos que se me vienen a la mente cuando pienso en vos. Dame una razón lógica, que no sea que estoy tan profundamente enamorada. Sólo a esa circunstancia atribuyo el hecho de que una y otra vez necesito imaginarme tus besos, a que no me doliera ni me importara el hecho de haber terminado una extensa relación de noviazgo, simplemente por estar pensando que detrás de todo suplicio iba a estar la paz de tu amor. Y sin embargo, en vos no encontré el maravilloso hombre que había conocido, quizás encontré alguien mejor, más sincero, con más experiencia, más maduro… pero también más seco, más intolerante, más resentido con las relaciones humanas. Entonces me desespero y me siento en una encrucijada, porque me pregunto si vale la pena amarte, si podés verlo y valorarlo. Y me siento impotente, ya que ni siquiera te lo puedo decir. Y no es porque yo tema al compromiso. Lo que me pasa es que tengo miedo, tengo miedo de mostrarte cuán débil me encuentro, cuánto podes vulnerar mis defensas con tan sólo mirarme o rozar mi piel. Tengo miedo de que te rías de mi y de los sentimientos que te confieso, argumentando que soy una nena tonta. No te das una idea de cuántas veces en el silencio creí oír mi propia voz interior diciéndote “te amo”, y desperté entre sueños, pensando que había esbozado mi frase en voz alta, delantándome, desnudándome, incinerándome. No te das una idea de cuántas veces yo he soñado con tenerte entre mis brazos, diciéndome las cosas que quiero escuchar, correspondiendo a mis sentimientos con los tuyos. Y no te das una idea de cuántas veces le he rezado a Dios, y aún le rezo, para que me de la fortaleza de perseverar en este amor, para que me brinde el milagro de obtener la llave de tu corazón, a la cual siento tan lejana a veces. No puedo comprender la coraza que has forjado a tu alrededor, parece que quisieras vivir en esa costra indestructible, porque en el fondo sos un hombre con mucho temor a ser vulnerado, a ser lastimado. Pero, ¿vos crees que yo no estoy muerta de miedo? ¿Que no sufro y no me pregunto si llegarás a confiar en mi alguna vez, a contar conmigo como una compañera verdadera, como la mujer que te ama sinceramente y que jamás te traicionaría ni te cambiaría por nada ni por nadie? Creo que sos una persona sumamente valiosa, atractiva, inteligente, generosa… ¿por qué querés disfrazar estas cualidades con silencios arrogantes, con frases despectivas, con desecho de cosas trascendentales? No quiero cambiar tu esencia, seria una estúpida si lo pretendiera. Te quiero como sos, por lo que sos, y no más allá o a pesar de eso. Te quiero con tus enojos, con tus críticas, con tus silencios, y tus hemorragias discursivas. Te quiero por lo que somos juntos, por ese microcosmos que logramos crear, por esa conexión que nos une más allá de las palabras, pero sobre todo mediante las palabras. Si querés pensar que estoy loca, que soy una nena tonta, que estoy vilmente enamorada… pensálo. Siento todo esto por vos y siento a la vez una gran angustia al no poder expresarlo. Me siento presa de mí misma, como una fiera enjaulada, a punto de destruirlo todo para que la dejen salir. Quiero amarte con todo mi ser, mi alma y mi corazón, y quiero que tan sólo me ames un poco. Pero no puedo permitirme el rogarte ni pedirte esto “por favor”. Sos un hombre libre. No quiero confundir el amor con la necesidad. Por eso tengo que decirte todo esto y dejarte el camino con todas sus bifurcaciones, porque si querés volver a mi, es tu elección, y si no querés hacerlo, voy a saber entenderlo. 

-By Virginia Piacentini- 

No hay comentarios:

Publicar un comentario